
31 Dic Adiós 2022, hola 2023
Escribo esta entrada del blog mientras voy en tren a Valencia. Es la primera vez que cojo un Ouigo y me ha encantado la experiencia (que conste que no me pagan por la publicidad). Estoy en un vagón con tres personas, con la tablet enchufada y un asiento comodísimo, en el segundo piso del vagón. Uno de mis compañeros de vagón se ha colado. Le he oído decir por teléfono: “Mi vagón estaba lleno. He preguntado si podía cambiarme y me han dicho que sí”. No le creo, pondría la mano en el fuego a que no lo ha preguntado y se ha venido aquí directamente sin preguntarlo. Menudo jeta.
He aprovechado el viaje para terminar el libro de Invicto. Me ha encantado y me ha parecido muy útil, ahora toca ponerlo en práctica. Tiene muchos consejos para llevar la vida de una forma más estoica. Eso me ha hecho pensar en la situación del tren. Al principio, me he cabreado muchísimo con el viajero jeta, lo reconozco. Después, he tratado de enfocarme en mi situación. Yo sigo yendo cómoda en mi asiento, disfrutando del paisaje, mi tablet, mi libro… ¿Qué más me da ese tío? ¿Por qué tengo que fastidiarme yo por su culpa? ¿Puedo cambiar algo? Sí, podría buscar a un revisor y chivarme, pero ¿qué ganaría yo con eso? Mira, aunque yo haya pagado unos euros más que él por el asiento, que lo disfrute. Y que no me impida a mí seguir disfrutando. Qué importante es cambiar el foco. La situación es la misma, pero cuando me he puesto a pensar sobre ella de forma diferente, me he sentido más tranquila.
Estoy escribiendo esto en mi tablet antigua. La pobre ya está muy cascada. Es un iPad Air y no me deja instalar versiones posteriores del sistema operativo. Me parece fatal, gente de Apple, que lo sepáis. Lo curioso es que desde hace bastantes meses, tal vez un año (me da vergüenza no saberlo con exactitud), tengo una tablet nueva que me da pena usar. No quiero que se me rompa. Esto es terrible, ¿verdad? Tengo una nueva herramienta que no quiero gastar. Así que me he puesto a pensar. Este viaje me está ayudando a reflexionar un montón.
Hay que decirle adiós a 2022, un año que se acaba hoy. Y hay que saludar al nuevo año, 2023, que llegará esta noche con las doce campanadas. La vida es la misma, pero este cambio de fecha nos ayuda a muchos a replantearnos objetivos para el nuevo año y cambiar el chip. Con esto quiero proponerme estrenar mi nueva tablet. Dejar descansar a este iPad, por si acaso lo necesitase alguna vez, pero comenzar a usar la nueva, que para algo la estoy pagando. La compré porque quería dibujar. Podría ser un nuevo propósito de Año Nuevo.
Por otro lado, he visto cuántos libros me he leído este año. Han sido ocho. Para la gente que lee mucho más que yo, seguro que le parece un número ridículo. Pero yo esto muy orgullosa. Con el uso del móvil, había perdido el hábito de la lectura. He visto que algún año solo había leído tres libros. Me gustaría en 2023 batir este humilde récord y leer algún libro más. Creo que si me hiciera una lista de objetivos de libros, podría ser más fácil cumplirla. ¿Qué te parece, Mariola, un libro al mes? Puedo intentarlo, a ver qué pasa. Ya os contaré.
Por último, me gustaría escribir sobre Stella, la muñeca de ganchillo de las Winx, de Karina Romero, que hice para mi sobrina Rocío. Le gustó mucho, aunque me pidió que para las próximas no le pusiera alambre. Yo lo hice para que fuera más robusta, pero veo que no fue buena idea. La pobre Valentina se quedó un poco enfadada porque no le hice muñeca a ella, así que le dije que le haré una muñeca de ganchillo, una Hermione Granger. También tengo que ponerme con su Blythe.
2023 quiero que sea un año tan bueno como 2022. Solo le pido salud para poder estar con mis seres queridos. El 30 de septiembre, si al final es esa fecha, será el día más importante de mi vida. ¡Qué nervios! Nos vemos pronto, 2023. Gracias por tanto, 2022.
Sin comentarios