fbpx
 

Velazquito, un paso más en los amigurumis

Velazquito, un paso más en los amigurumis

Estaba mirando cuál fue el último post que escribí. Fue en noviembre. ¡Cómo pasa el tiempo! Ya estamos en diciembre. 

Me había empezado a agobiar porque: «Oh, no he vuelto a hacer nada para subir al blog». ¡Mentira! De repente, me he acordado de Velazquito, el proyecto que he estado haciendo en el último mes.

Una compañera del trabajo me pidió si podía hacerle una versión de uno de sus pintores favoritos, Diego de Velázquez. Esto significaba un gran reto para mí porque no encontraba ningún patrón exacto para hacerlo. Esta vez, iba a tener que improvisar bastante.

Os hago spoiler. ¡Lo conseguí!

Os cuento cómo. No he hecho el muñeco completamente improvisado desde cero. Utilicé el patrón de Lhylaranha de su curso de Domèstika «Amigurumis: personas tejidas a crochet». En él te explica cómo hacer un muñeco desde una base, para luego diseñar el tuyo propio y modificarlo a tu gusto. Además, la cabeza tiene forma cuadrada, como si fuera un Funko, y eso me llamaba mucho la atención. Pensé que podría quedar muy mono.

Después de terminar el cuerpo base, quise hacerle el traje con telas, utilizando la máquina de coser. Eso implicaba que diseñase un molde desde cero. No fue el mejor del mundo y me guié por algún molde de camiseta de muñeca, pero no os podéis hacer una idea de lo orgullosa que me sentí cuando pude vestir al muñeco de esa forma. ¡Estaba utilizando la costura con el ganchillo! 

No todo fue coser y cantar. Me temo que tuve que hacer el traje hasta tres veces. Con el infalible método de la prueba y error, repetí hasta que me salió algo decente. Un vestido con forro interior, sin mangas, perfecto para una principianta.

¿Sabéis lo mejor? No solo junté ganchillo con costura. También me atreví a dar el paso a bordar la cruz de Santiago en el traje. Un poco torcida, sí, puede ser, pero bordar algo tan minúsculo en una tela tan pequeñita fue para mí un triunfo.

[Por cierto, he escrito solo sin tilde, estoy trabajando en ello. Espero poder quitármela, pero me está costando mucho esfuerzo mental].

Una vez terminé el traje del muñeco, tocaba ir al pelo. Aquí entra en acción la cuarta disciplina (o manualidad) que utilicé en este proceso: el fieltro agujado. Cogí la lana de fieltrar negra que tenía y empecé a ponérsela por toda la cabeza, las cejas y el bigote. Me encantó el proceso. 

¡Ay, que se me olvidaba! Faltaba la paleta y el pincel. La paleta la cosí con fieltro y le puse colores con témperas. Y el pincel lo hizo Edu con un palillo y lana que sobró del pelo. Sin duda, es el muñeco más completo que he hecho hasta el momento. 

 

Las fotos no son mías, son de Irene, mi compi del trabajo. Es una artista en la pintura y con la fotografía. ¿A que son bonitas?

Sin comentarios

Escribe un comentario