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enero 2020

Antes de empezar a contarte de qué trata este post, me gustaría dedicarle un momento a la palabra “solo”. La he escrito sin tilde, con conocimiento de causa. Esto, hace unos cinco años, era falta de ortografía. Pero cuando la RAE decidió quitarle la tilde siempre, en todos los casos, la falta la cometíamos todos los que nos aprendimos en el colegio la regla de “sólo” con tilde equivale a solamente, para evitar la ambigüedad en el caso de “solo” adjetivo. Bien, pues como es llana, “solo” no lleva tilde.

Gracias al blog estoy retomando contacto con la escritura otra vez. Es genial. Las palabras fluyen dentro de mí y me apetece un montón escribir. Edu dio con la clave el otro día: “cuando escribes pensando que nadie te va a leer, lo haces sin presión”. ¡Y es verdad! Ha dado justo en el clavo… y yo no lo sabía. 

Al principio quise titular esta entrada como “Desastre”, luego como “Frustración”, pero según pasaban los días y todo se relativizaba, como suele pasar, pensé en la importancia de las palabras y quise rebajar el nivel de gravedad del asunto, que la verdad es que no tiene ninguna.